domingo, 28 de diciembre de 2008

Navidad, esa gran mentira.

Escribe mi amigo Paco muchas veces que vivimos en un mundo de apariencias, de falsedades y mentiras frente a las realidades verdaderas. Quizás la mayor mentira es cómo entendemos la Navidad. Poco tiene que ver con empachos, langostinos, champanes caros y regalos. La Navidad es un tiempo que debería pertenecer a aquéllos que están solos, sufriendo y a los niños y, especialmente, debería ser propiedad de quienes reúnen esta doble condición, es decir, que están sufriendo y que son niños.

Sin embargo, eso no es la Navidad que vivimos y que está más relacionada con loterías, anuncios de perfumes, cavas, luces, compras en grandes almacenes y reuniones familiares de auténticos desconocidos. Apariencias versus realidades como bien dice mi amigo Paco. No hablemos de niños que sufren ni de ancianos solitarios en Navidad por favor, eso nos incomoda profundamente siempre pero más en Navidad cuando todo ha de ser perfecto e idílico.

La Navidad, esa gran mentira cuyo espíritu hace tiempo que perdí y que cada año encuentro en el Hospital infantil del Niño Jesús en Madrid, en su misa del gallo. Este año me enseñó una gran lección, la de que la vida es sufrimiento, es pasarlo mal y sufrir y pasarlo bien y disfrutar y que, aunque no tengamos ganas de fiesta, en ocasiones nos las tenemos que inventar y acudir a la fiesta de todos modos.

La Navidad esa gran mentira sí pero mentira necesaria, al menos para reunirnos y darnos un abrazo aunque haya gente que siga llegando a dormir en pesebres y que no tenga sitio en esta sociedad. Claro que todo esto lo pienso a 10.000 metros de altura en un avión, otra mentira, como si los aviones pudieran volar...

domingo, 21 de diciembre de 2008

Marcel Grossmann, un facilitador del talento.

No saben quién es, yo al menos no le conocía. Marcel Grossmann, un facilitador del talento. El bueno de Marcel era amigo de un mal estudiante, que apenas sacaba aprobados justos y a quien tenía que dejarle sus apuntes de clase para que pudiera estudiar.

Después, tuvo que convencer a su padre para que ayudara a su amigo a conseguir una plaza de funcionario en la pequeña y tranquila ciudad suiza en la que vivían y estudiaban. Al ser funcionario, su amigo dispuso de tiempo libre y revolucionó la ciencia y la historia (no porque no trabajara en su puesto de trabajo sino porque podía salir temprano, no sean mal pensados con los funcionarios). Su amigo, un gris oficinista y mal estudiante era Albert Einstein, genial y siempre en la vanguardia, capaz de ver más allá, con una inteligencia única y que, como todos, cometió muchos errores en su vida.

Uno de ellos, el dejarse convencer por un grupo de científicos para que apoyara las investigaciones que llevaron al Proyecto Manhattan y al desarrollo de la bomba atómica. Poco podía prever él las consecuencias de esa carta pero el hecho cierto es que Hiroshima ocurrió y eso le llevó a no volver a participar en ninguna cuestión política y a rechazar la presidencia del Estado de Israel cuando se la ofrecieron.

Nunca sabremos las consecuencias de nuestras decisiones hasta que las tomamos. Nunca sabremos si ayudar a un mal estudiante nos llevará a cambiar el mundo o, si por el contrario, apoyar a inminentes científicos nos llevará a destruirlo. Lo que sí es importante es que quien toma decisiones se equivoca y siempre es necesario tomar decisiones. También es cierto que quien toma decisiones acierta y, sobre todo, que uno siempre puede aprender de sus errores.

Recuerden esto cada vez que creen una bomba atómica, aprendan de sus errores de forma que se conviertan en aciertos. Einstein así lo hizo, profesó toda su vida el pacifismo, a raíz de esa simple carta.

Y por último, la mejor lección de toda esta historia, por favor, dejen los apuntes a sus amigos.




domingo, 14 de diciembre de 2008

Seve ballesteros y el mulligan de su vida

Esta semana, Seve Ballesteros, al recibir el alta médica afirmaba lo siguiente: "Gracias a los cirujanos podré jugar el mulligan de mi vida. (...) Cuando se lucha con fe y perseverancia, podemos salvar cuantos obstáculos encontremos en nuestras vidas. Nuestra mente es muy fuerte, más de lo que podemos imaginar. Al igual que siempre hice en mi vida profesional, la visualización del éxito en cualquier aspecto de la vida, ayuda a conseguir los objetivos que nos marquemos, por muy imposibles que éstos parezcan".

"Si creemos en nosotros mismos, llegaremos incluso a alcanzar metas que jamás imaginamos. Continuaré creyendo y pensando positivamente para derrotar a la enfermedad que me ha tocado vivir y animo a que ellos lo hagan con la misma determinación que yo", añadió Ballesteros, que tuvo una mención especial para su familia.

Ya ven amigos, alguien consciente de que tiene un mulligan, la oportunidad que se da, en los partidos amistosos de golf, de repetir el golpe de salida. No creo que sea necesario tener un tumor cerebral para tener un pensamiento tan acertado, pero ya que te toca tener un tumor cerebral, al menos que sirva para tener un pensamiento así. Enhorabuena Seve.

La rutina y la normalidad, la actividad diaria nos hace olvidar que estamos aqui de regalo y que, como regalo que es, debemos disfrutarlo y exprimirlo hasta el último segundo. Cada día que vivimos es un mulligan para nosotros mismos, cada día está repleto de cosas un tanto absurdas si contempláramos los días como lo que son, mulligans. Desaparecerían preocupaciones, conflictos, envidias, perezas y suposiciones y surgirían el disfrute, la curiosidad, la tranquilidad y el optimismo. Seve nos da la receta, bien sencilla:

1.- Visualización del éxito o pensamiento positivo. En muchas facetas de nuestra vida podemos ver un éxito. El problema es que nos acostumbramos a ello y ya no nos parece un éxito, lo damos por algo normal. Yo ayer tuve uno que para el común de los mortales no lo es, disfrutar con unos amigos de dos tortillas de patata gloriosas que hice. No es difícil disfrutar ni tener éxito, lo que ocurre es que complicamos lo sencillo que resulta pasarlo bien.

2.- Tener fe, creencia en nosotros mismos y perseverancia. No es fácil ni cómodo vivir este mundo pero sí es apasionante. Estamos diseñados para la épica, para afrontar retos, crecernos ante las adversidades y luchar. Ésa ha sido nuestra Historia y eso será el futuro. Si no, esto sería aburrido y eso es imposible cuando lo que tenemos ante nosotros es un mulligan, una segunda opotunidad, habiendo quemado la primera y sin quedarnos muchas más. Gracias Seve por el ejemplo y ánimo con tu lucha.


miércoles, 10 de diciembre de 2008

El valor de vivir fuera de tu país

Hace 10 días fui a comer a un restaurante chino en la zona de Chinatown en Londres. Fue una agradable comida donde un camarero chino llamado Antonio me contó que vivió en Usera durante un tiempo. Qué vidas y qué mundos hay por ahí. Alguien de las personas con las que comía comentó, por cierto, que en Usera se encuentran los más auténticos restaurantes chinos en Madrid.

A la hora de pagar, todos pusieron su parte y yo, que en Londres no acostumbro a llevar dinero, decidí pagar con tarjeta. La camarera se me acercó y me indicó que pagara incluyendo, si quería, la propina. El total ascendía a 77,60 libras por lo que yo marqué 80,80 libras. Al rato, me viene la camarera y me dice que es mucha propina, que me he equivocado. Yo le digo que no, que está bien así y ella insiste ante las risas del resto de los comensales de mi mesa. Me comenta que no me preocupe, que me devuelven las 80,80 libras que he marcado y que le diga cuánto quiero pagar en total. En realidad, al teclear la cantidad en cuestión, estaba dejando una propina de 80,80 libras. Yo le respondo que sí, que me he equivocado y que lo que realmente quiero es pagar 80 libras en total.

Al no cancelar el total de la operación, devolverme 80,80 libras pero volver a cobrarme 80 libras, en realidad, estoy pagando otra vez 80 libras de propina pero no me doy cuenta hasta 10 días después cuando veo los cargos bancarios. Así que al salir de clase de inglés hoy, a las nueve y veinte de la noche a Chinatown que me he ido a reclamar el importe. Allí que me he ido pensando en la mafia china, en que estaba loco por reclamar a un chino en Chinatown, en que mi siguiente destino era ser servido como pato laqueado y que mis riñones, al menos, tendrían un buen uso en el mercado negro y, sobre todo, pensando cómo me iba a hacer entender en inglés sin que se pensaran que estaba loco o que me tenían que echar porque ya no se acordaban de nada de lo sucedido.

Al llegar allí, la misma camarera que me atendió me ha dado mil explicaciones, me ha pedido disculpas y me ha dicho que claro que se acordaba de mi y que, de hecho, estaba todo anotado pero que no tuvieron forma de avisarme. Me han dicho que no me podían devolver el dinero porque eso solo se puede hacer en el mismo día de la operación y haciendo el cargo de devolución con la terminal y la tarjeta, tarjeta que, obviamente, tenía yo. Sin embargo, me daban un vale para gastar en el restaurante por la diferencia. Yo he puesto unas cuantas pegas, a pesar de mis miedos y temores, me he ido soltando en la conversación pero, al final, he preferido coger el vale a nada y he comprendido el valor de vivir fuera de tu país.

Probablemente no he conseguido la solución más satisfactoria o quizás sí porque la camarera, aparte de disculparse mil veces conmigo, me quería dar una bolsa para los periódicos y me ha dicho que nunca se olvidarán de un cliente que quería dejar 80 libras de propina (encima con cachondeos la tía) pero me he llevado una buena lección y el ser atendido para siempre en ese restaurante con mucho mimo.

Cuando uno está en el exterior, fuera de su país, todo es más difícil. El lenguaje es una importante barrera y aunque las personas que encuentres sean majas (como en este caso) desde el momento en que la comunicación no es fácil ni fluida, el ambiente es hostil. Eso hace que debas estar activo siempre, que no te cortes ni te calles nada, que derribes tus limitaciones y no te cortes un pelo. Simplemente que no te acomodes y ése es el gran valor de vivir fuera de tu país. Que todo sea un reto hace que te espabiles, que luches y que estés despierto.

Probablemente, si esto me hubiera pasado en España, habría tenido el mismo resultado, eso no es lo importante, lo valioso es que tires abajo tus límites, que pienses que todo va a salir bien y que te hagas valer. Contratar el gas con un operador que está en la India y con un inglés que no entiendes es difícil pero ducharte con agua fría lo es aún más. Con todo esto no digo que sa necesario que salgas de tu propio país para obtener todas estas habilidades personales aunque en mi caso sí ha sido necesario. Claro que todo esto lo cuento a toro pasado, con los dos riñones en su sitio y pidiendo disculpas al honorable pueblo chino por la cantidad de tonterías que he dicho en este post.