lunes, 22 de febrero de 2010

De las nostalgias y otras esquinas...

Ay si yo tuviera 15 años sabiendo lo que yo sé ahora. Bueno es que si yo fuera chaval ahora entraba a todas las tías. Yo creo que si volviera al colegio haría más pellas, eso fijo. ¿Con 25 años? Bueno es que no dudaba en marcharme de viaje por el mundo, al menos un año. Piénsate lo de tener niños, de verdad, yo ahora sabiendo lo que sé no habría tenido 3. 

Ay hijo, si ésta fuera mi época, me habría hecho cooperante, no monja. Entonces era diferente, en aquella época o te hacías monja o no podías dedicarte a lo que he hecho en mi vida. ¿Por qué lo dejé con aquella novia?. ¿Por qué permanecí al lado de aquel jefe?. ¿Por qué no me dediqué al cine y preferí la banca de inversión?. Y así doblamos otra esquina, una nueva calle. De la década de los 10 a la década de los 20 y de la de los 20 a la de los 50 años, con las mismas limitaciones o más, con los mismos miedos o menos y seguimos engañándonos. Ya ven amigos, de las nostalgias y otras esquinas. Siempre nos pensamos muy bien preparados para nuestros pasados y nunca para el futuro pero en cada momento escogimos por la mejor opción, fue la mejor decisión porque, simplemente, fue la nuestra, la más conforme a nuestra forma de ser. 

Para todos aquéllos que piensan que ahora serían más arriesgados, más guapos, más altos que cuando les tocó serlo, para todos lo que piensan que desperdiciaron una oportunidad, una situación favorable o, simplemente, que podían haberlo hecho mejor, para todos los que pensaron que ahora ya no, que ahora es diferente a entonces, simplemente decirles que no se engañen, aún están a tiempo y el que no lo vea así es porque está siendo igual de cobarde que cuando le tocó ser valiente o viceversa. Al menos le quedará la nostalgia y, al menos, aún le quedará tiempo.

domingo, 14 de febrero de 2010

Hechos para la épica.

Imaginen una esfera, producto de una explosión hace tanto tiempo que ni siquiera pueden imaginar cuánto. Imaginen que esa esfera gira en torno a una bola de fuego dentro de un conjunto de miles de esferas y objetos que a su vez giran y giran sin parar. Imaginen que les echan a vivir en esa esfera y les dicen que les dejan viviendo ahí por un período de tiempo, no para siempre, ¿qué harían?. Sobrevivir, seguir luchando desde luego.

Verdaderamente estamos hechos para la épica. Generalmente, a diario, se nos presentan aquellas situaciones que detestamos que ocurran. ¿Es usted un tímido recalcitrante y odia que se le acerquen los dependientes en las tiendas?. Seguro que cada vez que compra algo tiene un dependiente encima suyo. Por el contrario, ¿se pone nervioso si tiene que esperar una cola?. Con el 100% de seguridad, cada vez que vaya al supermercado le tocará esperar una cola para pagar en caja, cola que, también con el 100% de seguridad, avanzará de forma más lenta que cualquiera de las otras colas de las otras cajas del supermercado. 

Diariamente se nos presentan las situaciones que odiamos que pasen. Sospecho que es otra forma de ponernos a prueba, de superar nuestros límites y ¿por qué?, porque estamos hechos para la épica. Después de haber aprobado una oposición, con mucho esfuerzo y dedicación, generalmente viene un tiempo en el que uno queda desnortado, le viene un cierto bajón porque se quedó sin objetivo, sin meta, sin lucha. Ciertamente estamos hechos para la épica. ¿Cuántos de nosotros nos recordamos con cariño y nostalgia cuando éramos estudiantes y nos las ingeniábamos para divertirnos con nuestros amigos sin tener un duro?.

A menudo, los abuelos ven a sus nietos y piensan en todo lo que les queda por delante, lo que tendrán que luchar en la vida, los miran con condescendencia y hasta una cierta pena, desde luego con fatiga y pereza, ignorando que es precisamente ésa la salsa de la vida. Más que cumplir nuestras metas, nuestros sueños, lo que nos gusta es tener un motivo por el que luchar, ¿por qué?, porque estamos hechos para la épica, para la lucha diaria. 

Cumplir los sueños está muy bien y es muy satisfactorio. No vamos a negar que conseguir lo que cada uno se propone es un privilegio y por lo que nos movemos y levantamos de la cama todos los días. Sin resultados, no haríamos las cosas pero también hay que reconocer que el hecho de conseguir lo que nos proponemos implica una pérdida de objetivos, de horizontes y de territorios por conquistar. Una de mis películas favoritas, "El Tercer Hombre", por no decir mi favorita, expresa muy bien esta idea: 

"En Italia, cuando mandaban los Borgia,  hubo mucho terror, guerras y matanzas pero también fue la época de Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y del Renacimiento. En Suiza pasó lo contrario, hubo 500 años de amor, de democracia y de paz y ¿cuál fue el resultado?. El reloj de cuco".


Que luchen mucho esta semana, están hechos para la épica, no lo olviden, les dejo con la escena en cuestión:

domingo, 7 de febrero de 2010

El paso más que te hace dar el vivir en el extranjero

Cuando uno vive fuera de su país siempre ha de dar un paso más, el paso más que te hace llegar hasta la siguiente esquina, la próxima calle, esa otra ciudad. Cuando uno vive fuera de su ámbito siempre ha de llegar un poco más lejos, ya que uno ha llegado hasta allí, ya que uno no sabe si volverá a estar allí, en ese punto tan lejano, ¿cómo no interesarse?. Cuando uno vive fuera de su país tiene la necesidad de entarse de todo o, al menos, de qué es lo que hay al doblar esa esquina, qué venden en esa tienda, cómo es esa otra plaza o qué hay al cruzar el parque. En esas reflexiones andaba yo, alguien que no se ha cortado el pelo en otro sitio que no fuera la peluquería que hay al lado de casa, toda mi vida y que no me he permitido ninguna novedad en cuanto a mi imagen capilar, en ésas andaba yo, les decía, cuando salí el otro día del trabajo y me dije: "¿No estás en el extranjero?. ¿No has de llegar a la otra esquina? Pues lo mismo con el cortarse el pelo".

"¿Y cómo se dirá en inglés: cortito por los lados, a máquina, al 2 y con tijera por arriba?". "¿Cómo le diré al peluquero en cuestión: las patillas me las deja que ya me las retocaré yo en casa?". Da igual, fuera miedos, estás en el extranjero, llega hasta esa otra esquina, vete un poco más allá, prueba el sushi, los sandwiches egipcios y las empanadas de Etiopía, total ya que llegaste hasta aqui... y en ésas me vi delante de un espejo con el babi puesto y todas las dudas del mundo por no esperar a dentro de quince días a cortarme el pelo en España. "¿Quién me mandaría?". 

Miguel es un gallego de Lugo que lleva cuatro años viviendo en Londres. Ya quiere irse y no sabe si seguir a su novia a Japón o qué hacer con su vida. Londres ya no le gusta. Miguel corta el pelo estupendamente y da muy bueno consejos sobre el cuidado del pelo. Miguel se ganó un cliente para toda la vida el pasado jueves pero, sobre todo, conocer a Miguel me ayudó a comprender, una vez más, que vivir en el extranjero significa tener que dar un paso más, preguntarse constantemente: "¿Qué habrá en esa esquina?. Vete a ver, total ya que llegaste hasta aquí...". Y, en realidad, conocer a Miguel, me ha ayudado a comprender algo más, que es igual vivir fuera o dentro de tu país, que siempre has de dar un paso más, prueba el sushi, los sandwiches egipcios, las empanadas de Etiopía... venga otro paso más, total ya que hemos llegado hasta aquí...