domingo, 27 de junio de 2010

De la incertidumbre y otras humildades.

Mi vida, al igual que la tuya, siempre ha sido una incertidumbre. Dudé entre estudiar latín o química, en casarme y tener hijos con la primera de mis novias o apostar por mi carrera de científico. Acabo de llegar a este faro del fin del mundo y, al leer varios posts, compruebo que todo es relativo, que el tiempo no existe, es un concepto creado por los hombres, que todos somos sinestésicos ya que percibimos lo que pensamos que percibimos y que los genios siempre tenemos nuestras propias contradicciones que nos descalifican o confirman como genios. No hay nada seguro, no te relajes. 

Mi vida, al igual que la tuya, siempre ha sido una incertidumbre. Cuando gané el Premio Nobel de Física en 1932, no pude imaginarme que unos años más tarde estaría preso en una cárcel inglesa. Formulé el principio de la incertidumbre que viene a decir que "lo que estudias, lo cambias" o, lo que es lo mismo, la mirada del observador cambia lo observado. Nosotros mismos cambiamos con el tiempo o más bien el tiempo, nuestro observador más implacable, nos cambia a medida que nos observa. 

Mi vida, al igual que la tuya, siempre ha sido una incertidumbre. Así las cosas, no te relajes ni te acomodes,  no hay nada cierto. No te fíes de ti mismo, si algo va a hacer tu cerebro es darte la razón pero eso no quiere decir que estés en lo cierto, da cabida al error y a equivocarte, lo que estudias lo cambias y no hay nada del todo cierto. 

Soy Werner K. Heisenberg y te digo que el principio de la incertidumbre lo rige todo, tus próximos cincos segundos y tus próximos 50 años. Tú decides, la vida la construyes tú pero no te preocupes mucho que no hay nada cierto ni seguro, excepto una cosa, por lo incierta que es la vida, qué apasionante resulta vivir.



domingo, 6 de junio de 2010

De las bondades y otros males.

Siempre me he planteado si somos realmente buenos o malos. Si nuestra naturaleza es buena o, si por el contrario, somos lobos para los otros. Y todo esto, siempre me lo he planteado en un aeropuerto, viendo las maletas dando vueltas en las cintas de recogida de equipajes. Cada vez que veo una maleta, me pienso que si la cogiera nada pasaría, su dueño la perdería, la compañía áerea pagaría la indemnización o no, y yo me volvería a casa con esa maleta ajena. Y, sin embargo, las maletas siguen dando vueltas por las cintas de los aeropuertos. Una mujer coge, por fin, una. ¿Será realmente suya?.

Qué fácil resulta hacer daño y, por el contrario, qué difícil resulta hacer el bien. En multitud de ocasiones, durante mis largos años de responsabilidades y cargos públicos, en los sucesivos gobiernos que he participado, siempre pensé que estaba haciendo las cosas por el bien de los demás. Sin embargo, no siempre tuve claro qué era el bien y qué era el mal. Supongo que las personas son lo primero pero eso no es una regla que nos dé la solución adecuada siempre.

El 15 de febrero de 1940, unos meses despúes de comenzar la guerra, la fuerza áerea alemana se dirigía a Coventry, a bombardearla y reducirla a cenizas según la información que habíamos recibido al poder descifrar el código enigma. Si ordenaba la evacuación de la ciudad, salvaría miles de vidas en Coventry, la vida de inocentes. De no hacer nada, los alemanes no sospecharían del hecho de que habíamos logrado la clave para ganar la guerra, lo que salvaría la vida de muchas más personas.

Me llamo Winston Curchill y nunca he tenido del todo claro si somos buenos por naturaleza o si, por el contrario, somos lobos para los otros hombres. Hoy en día, hemos sido capaces de un progreso inimaginable hace tan solo unos años, pero se nos siguen muriendo de hambre a diario miles de niños. En Conventry, hay gente que, al oír mi nombre, aún escupe. No entienden de códigos enigmas o de "daños calculados", les entiendo a la perfección. El hombre es un lobo para el hombre pero a diario, millons de maletas dan vueltas en las cintas de equipaje de los aeropuertos, esperando a que las recojan sus dueños. Igual no somos tan malos o igual sí.