domingo, 30 de diciembre de 2012

Carta a mi futuro

Querido futuro,


Ahora que acabas de llegar y que, por fin, ya estás aqui quería comentarte algunas cosas. La próxima vez que vengas, espero que seas mucho más previsible. Incluso te agradecería que llamaras antes de venir. Simplificaría mucho las cosas.

Por otro lado, también te agradecería que no asustaras tanto, pero me temo que eso está relacionado con la imprevisibilidad que te comentaba. Me gustaría que cambiaras tu rapidez por planificación y previsibilidad. Entiéndeme, no es que te tenga que reprochar nada pero me ayudaría bastante saber algo más de ti. Vaya, he de empezar de nuevo porque ya te has convertido en pasado y ahora me tengo que dirigir a un nuevo futuro. ¿Ves?. Es a eso exactamente a lo que me refiero, a tu inmediatez.

También te pediría que me trajeras resultados y consecuencias relacionadas con mis esfuerzos pasados aunque quizás eso se lo tenga que pedir por carta a mi constancia, no a mi futuro. Por otro lado, querido futuro, te rogaría tiempo que de eso sabes mucho. Más tiempo para poder hacer muchas más cosas, abordar proyectos futuros que sé que se me quedaran pendientes.

Eres único, sabes que te admiro y que eres lo único que me queda en esta vida. Prometo cuidarte mucho, querido futuro, y como sé de tu valía, espero que tardes mucho más en venir. De momento, ya me has regalado un nuevo año, el 2013, en contra de muchos que interpretaban unas teorías mayas sobre tu fin. Espero aprovecharlo pero si de ti dependiera, tarda en presentarme el 2014 un poco más de 365 días, no sé, dáme por ejemplo 500 días, son sólo 135 días más pero seguro que me dan para algo más de lo que me suele dar un año normal.

No me traigas enfermedades por favor. Prometo cuidarme pero eso sí que me atrevo a pedírtelo, que te ahorres las enfermedades para tu amigo el pasado. Supongo que una carta al futuro es como tener un cheque en blanco. El problema es que muchas veces uno no sabe bien qué hacer con un cheque en blanco, o con su vida o con su libertad. Tengo la sensación, querido futuro, de que no te tengo que pedir muchas cosas más, excepto tiempo y salud. También tengo la sensación de que dejo escapar oportunidades si cierro ya esta carta pero bueno siempre podré dirigirte una carta más en el... futuro, de momento, claro. Feliz 2013, aprovechenlo.

domingo, 9 de diciembre de 2012

12.525510204082%

Ésa es la cifra del mundo que conozco. No está nada mal, lo admito pero quiero más. Viajar es lo más importante a lo que nos podemos dedicar. Viajamos todos los días, de la cama al baño, del baño al trabajo, en metro, coche o bus, mecánicamente, andando. 

¿Qué me queda por conocer?. Debo ir a los verdes valles de Nueva Zelanda, conocer el Kilimanjaro, aún debo recorrer los helados paisajes de Argentina y Chile. Andar entre volcanes en Islandia, todavía debo dirigir mis pasos a Chicago, y repetir Roma, Sri Lanka, Portugal o Nueva york. Todavía no he conocido las bahías de Vietnam ni he mascado hoja de coca al llegar a La Paz. Aún no fui a Cuba ni me bañé entre tiburones en Tahití ni he vuelto una vez más a París este año, como me prometí. 

Admiro a los nómadas. ¿Cuándo fue que nos hicimos sedentarios?. Supongo que por el hambre. Supongo que sacrificamos curiosidad por comodidad, el tener nuevas y fascinantes experiencias a cambio de no sentir más frío pero a mi me mata ese 87,474489795918% que me falta por descubrir. Debo aumentar el ritmo, en los próximos 36 años no puedo limitarme a un escuálido 12,52%. 

Al doblar la esquina de los 40 debo haber subido al 20%, aún en los próximos diez años, debo haber conocido Japón, Normandía y Brasil. Y con ello, haber completado esos libros que me quedan por escribir, esos hijos que aún no tuve, encontrar esos amigos que no perdí y levantar ese negocio que emprendí. Y con toda esta montaña de tareas pendientes que me quedan, me voy dando cuenta que no somos tan sedentarios como nos pensamos, que aún estamos en marcha y ay de aquél que no lo esté, todo se mueve. Resulta que no es verdad que hayamos dejado de ser civilizaciones nómadas, a pesar de los hijos, el frío, las cosechas o el hambre o, precisamente por todo ello.

Conozco un 12,525510204082% de mundo sí y también 13 años de colegio, conozco médicos, oposiciones y películas, canciones y desgracias. He visto personas, olores y colores, parques y conflictos. ¿Aún te piensas nómada?. Todo es un viaje, así que ya te puede ir gustando viajar, feliz semana.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Rutina o rutinario

A través de una referencia a un retweet de un comentario de un amigo que incluyó el enlace a un blog colgado en facebook, con mi amigo Paco Alcaide de por medio como siempre, me encontré con un post (si esta frase la hubiera escrito en 1990, me habríais tachado de loco) del blog de Jaime Pereira titulado ¿rutina o rutinario?.

En él venía a decir, si no estoy equivocado, que había que distinguir la rutina de lo rutinario. Que en nuestra vida hay muchas cosas importantes, la familia, los amigos, la salud y mil cosas más que damos como normales y que no valoramos hasta que las perdamos. Ésa es la rutina buena caracterizada por valores como la disciplina, la creatividad y el esfuerzo frente a la rutina mala caracterizada por el aburrimiento, la desgana y la apatía. Ésa es la rutina mala.

Al hilo de todo esto me asaltó una idea que vengo pensando ya hace mucho, que confieso me desestabiliza e inquieta. Con el paso del tiempo, todo se convierte en rutina. Sí sí, siento ser negativo, el tono del blog ha caído mucho en este 2012, al igual que el PIB y el número de llamadas que realizo a mis amigos pero es que, al final, todo es rutina.

El futbolista se cansa de su trabajo, a pesar de ser envidiado por todos los niños del planeta y el médico puede tener el síndrome de estar quemado. El que se dedica a viajar termina parando al igual que la fiesta necesita un descanso. Precisamos estar aburridos para poder divertirnos. Todo se convierte en rutina.

¿Y con las personas?. Es lógico que el paso del tiempo afecte a tus amigos, pareja y familia, no a ti... solo a ellos. Que aquel tío tan divertido te diga que no sale hoy porque tiene el colesterol alto o simplemente porque ya no le apetece irse, que ya no puedas jugar al tenis porque ¿qué hace tu amigo con sus hijos?. Con tu pareja ya lo has descubierto todo y no te digo tus padres que te conocen desde que naciste.

Todo es rutinario, así las cosas, solo nos salva la curiosidad, la actitud de buscar cosas nuevas. Prueba, cambia, recicla y reinventa, invierte y vuelve a cambiar. Lo peor que nos puede ocurrir es que encontremos qué nos hace felices, porque estaremos más cerca de volver a aburrirnos. ¿Y con las personas?. ¿Mejor cambiar continuamente?.  Ahí prefiero aplicar la teoría de mi amigo Ferra, la del buen vino que con el paso del tiempo se convierte en excelente. 

Con los padres, pareja y amigos, disculpa, persigue tiempo de calidad mejor que cantidad y preste atención a los niveles de colesterol de ese amigo, probablemente usted también los tenga altos. Para mi la opción no es la de rutina o rutinario, no distingo, todo nos cansa, para mi la opción es la de aplicar pasión a las cosas y cambiar cuando las hayamos agotado y respecto a las personas, simplemente aplicar pasión, una vez más, feliz semana.