domingo, 18 de mayo de 2008

Hacer lo correcto siempre tiene un viaje de ida y vuelta

"Al límite de la verdad" (2002, de Roger Michell) es una buena película que nos habla de que hacer bien el bien siempre redunda en nuestro propio beneficio. Gavin Banek (Ben Affleck) es un joven y prometedor abogado de Nueva York, socio en un importante despacho de abogados. La vida, aparentemenete, le sonríe. Todo lo contrario que Doyle Gipson (Samuel L. Jackson), separado, con dos hijos a los que parece que va a dejar de ver por decisión judicial y siguiendo una terapia como alcohólico anónimo. Un día, cuando ambos acuden, por diversos motivos y en sus coches, al juzgado, se ven involucrados en un accidente de coche. A partir de ese momento, les suceden una serie de desgracias simplemente por escoger no hacer lo correcto, el bien, que, en este caso, simplemente consistía en darse los datos del seguro para hacer un parte.

No hacer las cosas bien, tomar atajos, puede suponer una ventaja a corto plazo. Incluso puede que no ocurra nada por no hacer las cosas bien pero al menos sea más cómodo o práctico. Sin embargo, si se opta por hacer lo correcto, si se escoge por hacer lo que se debe en lugar de decantarse por lo cómodo, si se decide hacer bien el bien a pesar de que pueda ser gravoso para nosotros mismos, esa solución, la correcta, revertirá positivamente en nosotros mismos. Lo hará quizás de una forma insospechada, difícil de vislumbrar, pero volverá a nosotros.

Lejos de caer en un mensaje moralista, lo que quiero transmitir es que debemos decantarnos por hacer lo correcto, y que eso cada uno sabrá lo que es porque tomar la decisión de hacer lo correcto pienso que está bastante relacionada con no engañarnos a nosotros mismos. No podemos adelantar el futuro para explicarnos nuestras vidas, para ver las consecuencias de nuestros actos, pero sí podemos hacer lo correcto en el presente para que nuestro futuro sea como queramos que sea. El problema es que decantarnos siempre y en todo momento por hacer lo correcto no parece que sea muy humano pero, al menos, hay que intentarlo, debemos exigírnoslo a nosotros mismos.

Formulado al revés quiere decir que, por ejemplo, no pagar una multa, defraudar a Hacienda, colarse en una cola o mil actos cotidianos más pueden no suponer nada pero también pueden significar no poder arreglar el punto kilométrico en el que en el día de mañana podamos tener un accidente de coche o que, el día de mañana, se nos cuelen a nosotros en una cola en la que, verdaderamente, teníamos prisa. Jorge Drexler lo expresa muy bien en una de sus canciones: "Todo se transforma". El estribillo dice así:

"... cada uno da lo que recibe,
luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma..."


domingo, 11 de mayo de 2008

Grùyeres


Grùyeres es uno de esos sitios que hay en el mundo en los que, cuando estás, te hacen regresar a la época en la que realmente brillaron, es de esos sitios que se quedan anclados en un pasado y sirven de postal del mismo. Grùyere es un pequeño pueblo medieval situado en el cantón de Friburgo, en Suiza.

Desde la estación del tren cuesta un poco llegar dado que está enclavado en lo alto de una colina. Es poco más de una calle peatonal que acaba en el castillo de los condes de Grùyeres. El pueblo, amurallado, se ha convertido en un tranquilo destino en mitad de los Alpes suizos, con unas vistas y paisajes espectaculares y lleno de restaurantes donde poder comer una buena raclette o una fondue de queso. Uno se siente muy a gusto allí, sin coches ni autobuses que se tienen que aparcar fuera del recinto y sin estar atestado de turistas. Uno también se siente allí apabullado por las montañas.

Poco hace falta para ser conocido en todo el mundo mientras lo que se ofrezca sea excelente y eso es lo que ocurre con este pueblo y el queso que en él se fabrica. Por más que sea simplemente una calle peatonal, Grùyeres, mejor, dicho, su queso, tiene fama mundial. Me parece increíble ser conocido en todo el mundo por un simple queso pero, cuando lo pruebas, entiendes el por qué. En cualquier caso, no os penséis que es el queso con agujeros, como nos pensamos casi todos hasta que llegamos a Grùyeres. Ése es el Emmental, otro queso suizo. Si andáis por Suiza, os recomiendo que paséis, al menos, un día en Grùyeres y os sentéis tranquilamente, sin tiempo, con calma, mirando a los Alpes, a comer queso fundido con pan. Entonces comprenderéis que, cuando se viaja, poco importa el destino, todos son interesantes, lo que importa es viajar y, por supuesto, comer.

miércoles, 7 de mayo de 2008

La gestión de lo imposible


¿Es posible gestionar lo imposible?. ¿Es factible conseguir objetivos imposibles?. Si, por definición, es imposible, ¿cómo poder lograrlos?, ¿cómo dedicar nuestros esfuerzos y energías a imposibles?. Natalie Du Toit, nadadora sudafricana de 24 años que sufrió la amputación de la pierna izquierda tras un accidente de moto en 2001, ha conseguido una plaza olímpica para los Juegos Olímpicos de Pekín al clasificarse cuarta en la prueba de 10 kilómetros de los campeonatos del mundo de aguas abiertas.

Du Toit fue golpeada, hace siete años, por un coche cuando viajaba en moto y como consecuencia sufrió la amputación de la pierna izquierda. Menos de dos años después del accidente logró acceder a la final de 800 metros estilo libre de los Juegos de la Commonwealth y se convirtió en la primera deportista amputada que lo conseguía.

Du Toit ya estuvo a punto de clasificarse para los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 cuando tenía dos piernas, unos meses antes de sufrir el accidente. "Siempre he soñado con participar en unos Juegos Olímpicos, y no he cambiado mi objetivo por haber perdido una pierna", comentó recientemente la nadadora.

Du Toit es compatriota de otro famoso deportista amputado, el atleta Oscar Pistorius, corredor de 400 metros, a quien la IAAF no permite competir oficialmente por entender que las prótesis que lleva en ambas piernas le concede ventaja en el impulso. Su caso está en manos del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS).

A veces, lo imposible no es más que un límite mental nuestro. En ocasiones, lo imposible sucede y siempre, al menos, debemos estar preparados para ello.