domingo, 12 de febrero de 2012

De superhéroes y de sus achaques.

Todos tenemos nuestros héroes. En el caso de mi abuelo supongo que era Roberto Alcázar y Pedrín y después Manolete. En mi caso, era fan de Anacleto o Súper López. Los héroes son inmutables, siempre los admiras pero no son eternos, ni siquiera los héroes. Con el tiempo los cambias, de Tintín a James Bond, de los famobiles a los Lakers, y de E.T. a Shreck.

No es que abandones a unos por otros pero sí que los vas desplazando en el tiempo. Un día, ya olvidados, los redescubres y vuelven a ser los héroes de siempre pero un poco más achacosos y no tan molones como el último de los adquiridos. Confieso que nada tienen que ver los valores de mis héroes ahora que cuando era pequeño. Admito que ahora exijo a un buen héroe el ser capaz de reírse de si mismo, admitir con humildad sus achaques y ser capaz de estar por encima de ellos.

Sí es cierto que antes a un buen superhéroe le pedía una visión de rayos X y capacidad de volar, no había nadie comparable a Superman 3. Cómo me alegré aquellas Navidades que mi madre me llevó a verlo al cine Narváez. Sin embargo, a medida que el tiempo avanza y nos va doblegando, reconozco a un buen superhéroe por su resiliencia, por saber gestionar una buena silla de ruedas, por afrontar con humor a todo y a todos.

Reconozco como héroe a toda aquella persona capaz de inventarse una vida aparte de la rutina, capaz de ir todos los días en bus a un trabajo que no le gusta con tal de obtener luego un tiempo libre que dedicar a algo que le merezca la pena. Un buen héroe te espera con la puerta del metro abierta y se reúne contigo un jueves por la noche a tomarse unos vinos y a partirse de risa.

Un superhéore es aquél que paga sus impuestos convencido de que es lo mejor que puede hacer y que puede sacrificar un fin de semana con tal de que unos chavales esté ilusionados con jugar un torneo de fútbol. Hay infinidad de héroes, padres, discapacitados, pesimistas y carteros, mujeres y carniceros, hijos y enfermeras. Confieso que nunca me fueron las películas de tipos duros pero reconozco que cuando éstos empezaron a hacer pelis en las que se reían de ellos mismos, los empecé a identificar como dos de mis héores preferidos, buena semana.


domingo, 5 de febrero de 2012

soledades plurales

Ayer morí y no me descubrieron hasta dos días después. No acudí a mi trabajo y avisaron a mis vecinos que a su vez avisó a la policía. Mi hermana, mi única familiar, que vive en Australia todavía no sabe nada. Yo, por el contrario, aún no he muerto pero vivo igual de solo, si bien tengo hijos y familiares, nunca los entendí bien, ellos a mi tampoco y opté por vivir solo. 

Yo soy ciega y cojo a diario el cercanías, sola, para ir al trabajo y de ahí a casa. De vez en cuando, conozco a alguien pero claro nadie quiere algo en serio con una ciega. Yo, por el contrario, fui una de las mujeres más poderosas del mundo aunque ya no me acuerdo de nada y vivo apartada en mi lujosa casa de Belgravia, en Londres. Estas Navidades invitaré a mi enfermera y al policía que custodia la puerta de mi casa a tomarse algo, mis hijos tampoco vendrán este año.

Yo sí tengo familiares pero voy al médico solo, no quiero molestar ni determinar la vida de nadie y eso implica hacer las cosas solo. Yo acabo de viajar dos meses solo por Bolivia y Argentina, me daba algo viajar solo por el mundo pero ha sido la mejor experiencia de mi vida porque no sólo me he conocido a mi sino también a otras personas que ya he dejado atrás.  Sigo siempre hacia delante, no me queda otra.

Yo limpio en varias casas, de personas mayores y no tan mayores, que viven solas, si usted señora necesita algo, no deje de avisarme. Al fin y al cabo, esta sociedad es la sociedad de la soledad, el tiempo de la individualidad, si tu tiempo ya ha pasado, retírate. Estamos muy preparados, nos sobran los recursos pero seguimos solos, tal y como nacimos y tal y como morimos, pero no se preocupe, siempre habrá alguien, aunque sea desconocido, para echarnos una mano, feliz semana.