domingo, 28 de junio de 2009

Aunque te tiren lechugas

Aquella mañana era realmente desapacible. Había vivido muchas mañanas pero ninguna con esa lluvia racheada y fría que empapaba los huesos. Londres siempre fue una ciudad húmeda y sombría y yo estaba harto. Necesitaba viajar y ver mundo, una vez más, como llevaba haciéndolo desde hacía ya casi dos décadas.

He conocido muchos sitios y afrontado mil peligros, llegué hasta Moscú y más lejos aún, hasta la mismísima Persia. Precisamente de Persia me traje aquel parasol que tan útil resultó en el desierto. Y allí estaba yo, encerrado en casa, sin poder salir a ver mundo por esa lluvia desquiciante, qué limitado y aburido me encontraba.

¿Y si cogiera el parasol para resguardarme de la lluvia? -me dije-. Cinco minutos después, en la calle ya había recibido varios tomatazos, verduras cocidas y agua sucia. La gente se reía a mi paso mientras yo me convencía de que estaba en lo cierto. La gente de bien se reía de mi, diciendo que era una prenda para que las damas se procuraran sombra en los días de sol. Las gentes menos pudientes directamente me tiraban cubos de agua sucia, coles y zanahorias. Y ahí seguí yo, durante años usando en Londres, públicamente, el parasol de Persia frente a la lluvia, las risas, las críticas, la vergüenza y... las lechugas.

Todo Oxford Street se reía de mi pero yo sabía que estaba en lo cierto. "Pronto será popular", me repetía una y otra vez. Los cocheros empezaron a odiarme, temiendo que el uso del parasol frente a la lluvia arruinara sus negocios. Los puritanos me juzgaron diciendo que si Dios quería que nos empapáramos los huesos, no podíamos negarnos a ello armados con un peligroso... paraguas. Y ahí seguí yo, usando el parasol de Persia frente a la lluvia y cada vez menos risas, críticas y... lechugas.

Y resulta que estaba en lo cierto, soy Jonas Hanway y, 44 años después de morir, abría en el 53 de New Oxford Street "James Smith and Sons", la primera tienda dedicada solo a la venta de paraguas, ese, absurdo para los de mi época, accesorio básico de un gentleman. Ande yo caliente... o mejor dicho ande yo seco... y ríase la gente.

domingo, 21 de junio de 2009

Si tienes una duda hazlo

¿Estás pensando en irte a vivir a Nueva Zelanda? Hazlo. ¿Quieres declararte a esa persona en quien piensas a todas horas? Lánzate. ¿Por qué no dar la vuelta al mundo navegando 15 meses? Deja de pensar, actúa, si dudas decídete a hacerlo.

Prueba, viaja, habla, haz, no dudes y si dudas, no te engañes, tendrás que quitarte las dudas a base de probarte. Nunca dejes de hacer algo porque dudas en hacerlo. Si de ahora en adelante, no sabes qué hacer opta por hacer, decide probar, quítate las dudas y gana en experiencia.

¿Tienes una oferta de trabajo que significa dejar el que tienes y no sabes qué hacer? Prueba, si te lo estás planteando probablemente ya hayas decidido que sí y solo estás tratando de buscar una justificación a tu decisión. Nunca dejes de hacer algo por comodidad, de hecho, no te acomodes, cambia, decide que sí, que vale la pena intentarlo, no pares. Hagas lo que hagas, decidas lo que decidas, habrá ventajas e inconvenientes así que mejor arrepentirse de lo que se hace que de lo que se deja de hacer, así al menos estarás tranquilo. Dicho queda, empiezo a arrepentirme...

domingo, 14 de junio de 2009

Si yo pudiera rebobinar


Si yo pudiera rebobinar, sabiendo lo que sé, iría más lejos y me cansaría más. Si yo pudiera rebobinar, sabiendo lo que sé, cometería menos fallos, me callaría menos y hablaría más, prestaría atención en todo momento. Si yo pudiera rebobinar, sabiendo lo que sé, habría hecho pellas aquel día que me lo propusieron en la universidad, no me habría quedado en casa aquella otra noche y me habría embarcado en aquel viaje de fin de estudios.

No sé si entienden lo que les quiero decir pero es que si yo pudiera rebobinar, sabiendo lo que sé, me habría declarado antes a aquella chica que tanto me gustaba, no habría tenido miedos ni problemas anticipados por mi mente que nunca ocurrieron en la realidad y habria vivido sin prejuicios. Si yo pudiera rebobinar, sabiendo lo que sé, habría sido más cariñoso, más expresivo y menos ahorrador.

El caso es que si en mi vida yo pudiera rebobinar, sabiendo lo que sé, me habría rodeado aún más de más personas, habría bailado mucho más y la vergüenza no existiría en el diccionario de mis palabras. Habría sido, sin duda, discreto pero no precavido. Si yo tuviera el mando y pudiera rebobinar, sabría actuar, sabría qué decir en todo momento y no dudaría al tomar decisiones. Si yo pudiera rebobinar, no fingiría, me mostraría tal cual soy, admitiendo mis defectos y destacando mis virtudes. Y todo ello en el caso de que yo pudiera rebobinar.

En definitiva, si yo pudiera rebobinar, sabiendo lo que sé, mi vida sería tremendamente aburrida, porque si yo pudiera rebobinar, no habría ocasión para el error.

domingo, 7 de junio de 2009

El campeonato del mundo de aguantarse a uno mismo

Se ha creado una nueva especialidad deportiva que seguro se incluirá en los próximos Juegos Olímpicos y que consiste en aguantarse a uno mismo. Las reglas son muy básicas. Le dan un afamado pollo de la región francesa de Bresse, un pez balder criado en las frías aguas de Noruega y un cangrejo real. Le dan 5 horas para preparar dos platos que gane a los platos de todas las demás personas que decidan presentarse . Sepa que usted es muy bueno cocinando, que ha viajado a Francia y a Noruega para documentarse bien sobre el pollo y el pez y que sabe hasta el último secreto del difícil carácter de los cangrejos reales. Se puede decir que usted está muy bien preparado.

Ése es el reto pero pocos saben que el secreto para superarlo es aguantarse a si mismo. En cualquier actividad a la que nos dediquemos, en cualquier sueño o meta que nos propongamos y en cualquier proyecto en que nos embarquemos, siempre habrá un conflicto, si no varios, que superar, es decir, siempre habrá un momento de prueba en el que deberemos saber aguantarnos a nosotros mismos.

No solo importará que le sepa dar el punto exacto al pescado o que corte el pimiento verde en la forma indicada a la textura del pollo de Bresse. No solo deberá conceder importancia a la creatividad necesaria para idear una receta arriesgada y, al mismo tiempo, respetuosa con la tradición. Poco valdrá que precaliente el horno a la temperatura indicada o mantenga la cocina en orden si usted no se domina a si mismo, vamos que sepa aguantarse a si mismo, en el trato con los demás, al recibir las valoraciones de los jueces o ante las dificultades que, inevitable e invariablemente, le irán surgiendo a lo largo de las cinco horas que dura la prueba.

Igual no gana el campeonato del mundo pero si decide dedicarse a este nuevo deporte sepa que adquirirá valores mucho más importantes que un simple resultado y que le servirán para su vida personal. El aguantarse a si mismo, el ser equilibrado, el espíritu de superación, la formación constante y un ánimo de luchar hasta el final y todo ello por culpa de un pollo, un pez y un cangrejo real.

Magnífica película de 2008 que nos habla de todo esto y mucho más, os dejo con el trailer y se la recomiendo a todos y todas: