miércoles, 25 de febrero de 2009

Todos somos sinestésicos

sinestesia.

(De sin- y el gr. αἴσθησις, sensación).

1. f. Biol. Sensación secundaria o asociada que se produce en una parte del cuerpo a consecuencia de un estímulo aplicado en otra parte de él.

2. f. Psicol. Imagen o sensación subjetiva, propia de un sentido, determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente.

3. f. Ret. Tropo que consiste en unir dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales. Soledad sonora. Verde chillón.


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Hoy toca hablar de la sinestesia, la mezcla de sentidos y sensaciones. Hay personas que palpan olores, que saborean palabras, que huelen la música, personas para las que la palabra Madrid es roja o para quienes el color verde huele a lavanda o el sonido de un piano supone un abrazo estremecedor. Sensaciones mezcladas a partir de un cerebro fascinante. No se piensen que los sinestésicos son personas enfermas, yo diría que son personas con una visión más completa de la realidad, que la contemplan con un sexto sentido. Tampoco se piensen que son raros, se calcula que el 1% de la población mundial es sinestésica siendo más las mujeres que los hombres.

Investigaciones neurológicas están empezando a explicar las causas de este fenómeno aunque no se sabe del todo bien. En el fondo, todos somos sinestésicos porque cuando nos dicen que algo es verde chillón o que estamos ante un dulce beso todos nos podemos hacer una idea de la realidad que nos están describiendo.

Al igual que los daltónicos perciben la realidad a su manera los sinestésicos lo hacen a su forma, y los pesimistas perciben de un modo muy diferente a los optimistas al tiempo que los altos configuran mentalmente la realidad muy distintamente a quienes van en silla de ruedas. Todos somos sinestésicos porque todos tenemos una muy particular forma de percibir.

Lo que mi amigo percibe como justo mi padre lo percibe como injusto, lo que mi primo cree oportuno mi compañero de trabajo lo ve como insuficiente. Sin embargo, ¿percibimos la realidad tal y como es? Lógicamente no. Percibimos la realidad con nuestros sentidos, taras, prejuicios, educación, virtudes, afectos, circunstancia social, etc. etc. pero eso no quiere decir que estemos en lo cierto.

Todos somos sinestésicos, todos percibimos de una forma particular las mismas realidades así que no desprecie a los sinestésicos ni a nadie, quizás ellos estén en lo cierto y usted no. Deje margen a la posibilidad de estar errado, no tenga verdades absolutas si éstas vienen de sus sentidos porque quizás lo que usted pensó que era triste en realidad es dulce o azul y a quien juzgó como cobarde no es más que alguien que le hizo el mayor bien de su vida. No se fíe de usted mismo y de lo que percibe, puede que no sea así. No esté seguro y cuestiónese en todo momento, no se relaje y así percibirá más cosas. Sea humilde y acepte que puede estar equivocado.

¿Cuál de estas figuras se llama Booba y cuál Kiki?


Les dejo con el vínculo, una vez más, del interesantísimo programa Redes presentado por Eduard Punset sobre la sinestesia: http://www.smartplanet.es/redesblog/?p=249


miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Y si...?

7,30 de la mañana, vuelo EZY 3465 con destino Madrid. 7,35 de la mañana, me acabo de levantar y hace cinco minutos que he perdido el vuelo. Me levanto rápido, me conecto a Internet y en cinco minutos averigüo que la única posibilidad que tengo es un nuevo vuelo, a las 17,20.


¿Y si he perdido un vuelo que no debería haber perdido? Muchos habrían dicho: "es el destino". ¿Y si, por el contrario, me acabo de embarcar en un nuevo vuelo que es el que debería haber cogido? Muchos habrían dicho: "es el destino".


Ésta es la principal tesis de la película "Slumdog Millionare", todo está escrito. No sé cuál es el destino que tengo o si está determinado, y supongo que tú tampoco. Lo que está claro es que estamos completamente ciegos, no somos capaces de vislumbrar las consecuencias de nuestras decisiones y acciones. Algo que pensamos que puede ser positivo se puede convertir en negativo y algo negativo puede ser lo más positivo que jamás pensamos que nos pudiera ocurrir. Pero, en realidad, vivimos en un incierto presente, ciegos e ignorantes a los acontecimientos.


Es cierto que nunca podemos estar seguros, sentirnos confiados y contentos, más aún cuando vivimos en un mundo como el que nos cuenta la película Slumdog Millionaire. Sin embargo, tenemos la obligación moral de encontrarnos bien, habiendo nacido donde hemos nacido y habiendo gozado de las oportunidades que el azar nos ha dado y también tenemos la obligación moral de luchar contra las injusticias que el destino nos tiene preparadas.


Slumdog Millionaire, la historia de un joven indio que nace pobre, que piensa que a lo mejor está todo escrito y que no deja de luchar. Ésa es la clave, no dejemos de luchar a pesar de que tengamos un destino, no nos conformemos nunca si es que está todo escrito y por más dura que sea nuestra realidad. Sólo así cuando nos pregunten qué tal estamos podremos contestar: "Muy bien".


Les recomiendo esta maravillosa película que guarda una última conclusión: al final de todo, bailen, sobre todo si están escuchando la banda sonora de esta película. Y usted, ¿qué piensa?, ¿está todo escrito?, ¿hay un guión?, ¿podemos rebelarnos?, ¿le gusta bailar?

domingo, 8 de febrero de 2009

El optimismo de vivir fuera de tu país

Cuando uno sale de su ámbito inevitablemente lo hace para mejorar. Da igual las circunstancias que te lleven a irte de tu país, que seas marqués o pescador, embajador o camarero. Uno se va con el convencimiento de que su vida va a ser mejor. Tanto si te ves obligado a exiliarte como si vas a buscar una mejor posición económica o simplemente para que tus hijos aprendan un idioma distinto, la motivación siempre será la misma, mejorar en tu vida.

¿Es usted un cooperante que prefiere irse a arreglar una tragedia humanitaria? Entonces se irá seguro de que sigue su vocación y, por tanto, también su vida será mejor. Siempre nos mueve lo mismo, el optimismo, la creencia de que al salir nuestra vida va a ser mejor.

Da igual el país, el trabajo, la causa o las circunstancias, uno se va movido por el optimismo. La Historia de la humanidad es la historia de su movimiento. Una historia de nómadas con vocación de sedentarismo, una historia, por tanto, de optimismo.

¿Es realmente mejor la vida cuando uno sale? ¿Se ve el optimismo confirmado cuando nos empuja a marchar?. Esa pregunta se la hizo el otro día un gallego a una andaluza en Londres y ninguno supo qué contestar. Para mi la respuesta forma parte del destino de cada uno, hay gente que marcha y se arrepiente, personas que se desarraigan y pierden el contacto con la familia e, incluso, inmigrantes que pierden hasta la vida cuando lo que buscaban era simplemente mejorarla. Otros piensan que se tenían que haber marchado antes y que son capaces de labrarse una trayectoria de éxito impensable en sus ámbitos de origen.

Con todo, que haya una idea, un proyecto, una creencia de que las cosas nos van a ir mejor y eso sea lo que nos impulse es verdaderamente loable. Uno confía en que las cosas van a resolverse y lucha por ello, se esfuerza, se curte en un ambiente distinto, no comprensible y con muchas barreras. Todo un ejemplo.

Mis queridos monos del Senegal, confíen y esfuércensen, tanto si se quedan en su pequeño bosque de Senegal como si deciden irse a Nueva York. Esa actitud igual no les vale de nada o van a peor pero, al menos, lo intentaron.

domingo, 1 de febrero de 2009

Vulcano, Venus y Marte.

Él era hijo de Dioses, feo, cojo y lisiado. Él era Vulcano, el Dios de la forja. Ella era la más guapa con diferencia en todo el Olimpo. Diosa y bella, no podía pedir más a la vida. Ella era Venus. Se casaron. Para él era un sueño hecho realidad, sobre todo, tras la dura infancia que tuvo, con el rechazo de sus padres.

Él era joven, guapo y apuesto. El Dios de la guerra, el valiente Marte. Todas querían estar con él y él escogió a la más bella, Venus. Se veían y se amaban mientras Vulcano trabajaba en la fragua.

Un día, Marte se entregó a Baco más que a Venus. Los faunos de Baco se mofaban del valiente guerrero mientras éste dormía y Venus le fulminaba con la mirada. Ese día Marte no estaba en condiciones de amarla y Venus estaba realmente enfadada. Ese día, Vulcano trabajaba en la fragua, como todos los días, haciendo joyas para su amada y escudos y armaduras para los guerreros de Marte. De repente, entró Helios, el sol que todo lo ve y le contó lo que ocurría entre Venus y Marte.

Vulcano tejió una red de plata, casi invisible con la que atrapó a los amantes en su siguiente encuentro y dijo que no los soltaba hasta que prometieran acabar con su relación al tiempo que el resto de Dioses en el Olimpo se reían a carcajada limpia de Marte y Venus.

Ellos lograron escaparse juntos y, desde entonces, decidieron quedarse a vivir en Londres en la National Gallery mientras que Vulcano siguió trabajando en su fragua del Museo del Prado, en Madrid. Marte continuó entregándose al vino y a Venus se la siguió viendo muy enfadada. De Vulcano solo se sabe que intentó violar a Atenea. Ya ven, hasta los Dioses tienen sus problemas y miserias, no se puede tener todo en esta vida.