domingo, 10 de febrero de 2008

La vida, un accidente afortunado

En una ocasión, en uno de esos tiempos muertos que a lo largo del día surgen de casualidad, abrí una revista y leí el siguiente párrafo:

"La vida en forma de molécula de ADN autorreplicativa apareció por una permutación azarosa de moléculas que dieron lugar a un primer material genético que luego se reprodujo. La probabilidad de esta hipótesis es extremadamente pequeña, de una entre un millón".
Es decir que la vida en este planeta surgió por un accidente afortunado diría yo, una cuestión de mero azar, de una posibilidad entre un millón que pasó cuando lo más normal es que no ocurriera. El otro día, en el periódico también se publicó la noticia de que hace más de 6000 años, nació un individuo con los ojos azules. El primero.

Se trató de una mutación genética, del gen OCA2 que codifica la proteína P, que cambió los cromosomas necesarios para reducir la capacidad de introducir melanina en el iris. De esta forma, pese a ser los ojos azules un carácter recesivo, el 9 % de la población mundial los tiene de ese color y todas las personas con ojos azules descienden de esa primera persona que nació, entonces, con una doble permutación azarosa, la de la vida primero y la de los ojos azules después.

Indudablemente, la vida es un puro azar, nacemos condicionados por el dónde y el cómo lo hacemos. Depende de si naces en Bhután o Canadá para que tu vida sea completamente distinta al tiempo que el azar también decide si naces en guerra o en un período paz así como otros múltiples factores que se nos escapan y no podemos controlar.

Sin embargo, eso, que es así y no lo podemos cambiar hasta la fecha, nada tiene que ver con la capacidad que debemos tener para superarnos y ser felices, de aprovechar la permutación azarosa que somos, de superar nuestra falta de azar o, por el contrario, derrochar la abundancia de azar con la que nacemos. Como accidente afortunado que somos, de nosotros depende que, a pesar de no tener nada, podamos ser felices. Conozco personas en situaciones muy difíciles que disfrutan y sacan el jugo a la vida mucho más que otras personas que, en cambio, lo tienen todo para vivir y deciden no hacerlo. Un libro, "El hombre en busca de sentido" de Victor Frankl, os lo recomiendo.

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