domingo, 3 de agosto de 2008

Emerita Augusta

Que España siempre se ha dedicado al turismo y es el negocio que sabemos hacer es un hecho de toda la vida, incluso desde los tiempos de los romanos cuando, en el año 25 a. C., el emperador Octavio Augusto decidió fundar Emerita Augusta como lugar de retiro (de ahí lo de emérita) de sus soldados de las legiones V y X. Hoy en día, Mérida, patrimonio de la humanidad, y, más concretamente su teatro, es una de las pocas victorias del hombre sobre el tiempo.

El pasado sábado fui al teatro allí, a ver una obra, tal y como muchos otros han ido desde hace más de 2000 años, un lugar impresionante y muy recomendable. En un día en el que se rondaron los 39 grados, allí por la noche se estaba sin ningún tipo de calor. Definitivamente, los romanos, aparte de estar locos, como decía Obélix, sabían vivir. Sus casas, decoradas y diseñadas con detalle, los baños romanos donde disfrutar y el teatro donde contar las mismas historias y tramas que, de otra forma o con otro estilo, nos siguen interesando a todos en la actualidad. Su forma de construir es aún plenamente vigente, como lo demuestra el hecho de que Rafael Moneo siguiera su técnica de construcción para hacer el impresionante Museo Nacional de Arte Romano en Mérida.

El puente romano, en uso hasta hace 15 años por vehículos que los romanos ni imaginaron que pudieran existir, me dice que las cosas bien hechas soportan y superan los años sin ningún tipo de problema. Por último, Mérida también me dice que las épocas, las sociedades y los propios humanos nos superponemos unos a otros, siempre de abajo a arriba. El teatro fue descubierto porque un arqueólogo decidió excavar donde unas señoras se sentaban a coser, encima de unos capiteles que sobresalían del suelo y que resultaron ser la parte de arriba del graderío del teatro que se descubre unos 17 metros, aproximadamente, más abajo. 2000 años de historia almacenados en 17 metros de altura.

A menudo se oye que, desde los romanos no hemos inventado nada nuevo y nada nuevo bajo el sol es otro dicho repetido comúnmente. Mérida es un claro ejemplo de todo ello y un destino totalmente recomendable.



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