domingo, 27 de enero de 2008

El progreso progresivo

Hace unos dos millones de años, el Hombre tuvo su único avance real. El único progreso que podríamos señalar como auténtico. El pulgar oponible, es decir, el tener un dedo gordo oponible al resto de los dedos de las manos y que puede actuar como un mecanismo de pinza.

A partir de ahí, todo el progreso tecnológico acontecido no ha sido más que un proceso cuantitativo. Desde los rudimentarios utensilios hechos a partir de piedra hasta los ordenadores con los que trabajamos no han sido más que el resultado de este cambio sustancial y exclusivo de la raza humana, el tener un pulgar oponible y emplearlo para algo más que ir de rama en rama o para coger alimentos.

El progreso es progresivo y lento, los avances no los hacemos sino a través del método del ensayo y error. Afortunadamente, debemos equivocarnos muchas veces para acertar alguna otra. Y con todo, a veces ideamos objetos completamente inútiles como el secador para las manos que instalan en los cuartos de baño, en sustitución del papel. Como los odio, son desagradables, no secan y son ruidosos.

Es decir, que el progreso es progresivo y lento y relativo, lo que para unos puede ser un avance para otros es algo inútil. Sin embargo, el progreso es la única dirección que conocemos. Así que ya saben, mis queridos monos del Senegal, empiecen a entrenar sus pulgares.




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