domingo, 13 de enero de 2008

Los recovecos de la Historia


Acabo de leer "El Niño con el pijama de rayas", de John Boyne y me ha gustado mucho. Habla de que nuestra lógica o sentido común no tienen por qué ser los únicos o los más certeros. De cómo en ciertas situaciones, por muy seguros que estemos de que, aplicando nuestra lógica o sentido común, las cosas son como pensamos que son, eso no resulta del todo cierto. Y es que, a menudo, nos falta información o los datos precisos para comprender la realidad.

También habla de lo extremadamente frágiles que somos, de las casualidades, circunstancias y azares que ocurren a diario, de cómo se van tejiendo acontecimientos que, sin saber muy bien por qué, ocasionan un determinado resultado o situación sin que nosotros seamos conscientes.

Y es en este aspecto en el que me quiero detener un poco. Vivimos hacia adelante si bien nos explicamos nuestras vidas hacia detrás y nunca sabremos hasta qué punto nuestras acciones positivas pueden llegar a crear una espiral de resultados beneficiosos para otros. Un ejemplo, Henry Dunant.

Henry Dunant (Ginebra, 8 de mayo de 1828; Heiden, Suiza, 30 de octubre de 1910) fue un hombre de negocios y el primer Premio Nobel de la Paz de la Historia (1901). Por motivos de trabajo, llegó a Solferino en la tarde del 24 de junio de 1859, el mismo día en que tuvo lugar una batalla entre los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra italiana. 38.000 heridos, agonizantes o muertos permanecían en el campo de batalla, y había pocos intentos para ayudarlos.

Impresionado, el propio Dunant tomó la iniciativa de organizar a la población civil, especialmente las mujeres y las chicas jóvenes, para proporcionar asistencia a los soldados heridos y enfermos. Carecían de suficientes materiales y el propio Dunant organizó la compra de lo que se necesitaba y ayudó a levantar hospitales de campaña. Convenció a la población para que atendiese a los heridos sin fijarse en qué bando del conflicto estaban por el lema "Tutti fratelli" (Todos son hermanos) acuñado por las mujeres de la cercana ciudad de Castiglione del Stiviere (Provincia de Mantua). Tuvo éxito igualmente para conseguir la liberación de médicos austríacos capturados por los franceses (Fuente: www.es.wikipedia.org/wiki/Henry_Dunant).

Todas esas acciones supusieron el germen de lo que, posteriormente, crearía con el nombre de Comité Internacional de la Cruz Roja y, asimismo, de las Convenciones de Ginebra sobre derecho humanitario internacional. Probablemente, Dunant no podría imaginarse todo lo que se desarrolló desde que, aquella tarde, se pusiera a ayudar a los soldados heridos pero quizás el secreto esté en el interés que mostró en su trabajo.

Quiero decir que si nunca hubiera acudido a Solferino por el motivo más nimio que fuera, si no se hubiera tomado en serio su trabajo, no habría tenido la ocasión de ver todo ese sufrimiento. Quizás el secreto sea hacer lo que se debe y amar lo que se hace.


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