domingo, 2 de marzo de 2008

Robert Houdin


Jean-Eugène Robert nació el 7 de diciembre de 1805 en Blois, Francia. Utilizaba la última tecnología de la época para sus trucos y su influencia en la magia moderna no siempre es suficientemente reconocida. Cuando tenía 25 años de edad, se casó con Cécile-Eglantine Houdin y tomó su apellido por lo que se transformó en Robert Houdin. El nombre era muy popular, una generación mas tarde un joven americano llamado Eric Weiss tomó el nombre de su héroe y lo transformó en “Houdini”.

A los veinte años, Robert era aprendiz de relojero y le enseñaban la importancia de la lectura para su labor. Houdin fue a una librería y adquirió el “Traité d’Horlogerie” (tratado de relojería) de Berthoud. En su afán de vender, la vendedora de la librería le vendió por equivocación otro libro. Houdin se sorprendió al darse cuenta que el título era “Enciclopedia de divertimentos científicos”. Esta obra tenía en su interior técnicas básicas de magia e ilusionismo como trucos de cartas, cómo arrancarle la cabeza a una paloma y devolverla a la vida, etc… En sus memorias, Houdin dice que el error de la bibliotecaria le causó “el encuentro con el motivo de regocijo de toda su vida”.

Fascinado por los misterios que encontró totalmente explicados en esa obra, revolucionó el mundo de la magia, inventando efectos y automatismos ingeniosísimos y aún hoy en día plenamente vigentes. Y todo ello, porque se le vendió un manual equivocado. Realmente hay accidentes afortunados. "El ilusionista", os recomiendo esa película a quienes quieran ver cómo fueron los inicios de la magia moderna.

2 comentarios:

Pedja dijo...

NOTA: se publican dos posts seguidos, uno en sábado y otro en domingo porque la semana anterior no hubo publicación. Sin embargo, queridos monos del Senegal si me queréis leer, generalmente tendréis que esperar a los domingos a menos que mi escaso ingenio dé para algo más.

Lorenzo Durruti dijo...

Coño. Y yo que me decía: "¡por fin alguien deja un comentario!" y reuelta que es del propio autor, que tiene más moral que el Alcoyano.
Un abrazo