miércoles, 10 de diciembre de 2008

El valor de vivir fuera de tu país

Hace 10 días fui a comer a un restaurante chino en la zona de Chinatown en Londres. Fue una agradable comida donde un camarero chino llamado Antonio me contó que vivió en Usera durante un tiempo. Qué vidas y qué mundos hay por ahí. Alguien de las personas con las que comía comentó, por cierto, que en Usera se encuentran los más auténticos restaurantes chinos en Madrid.

A la hora de pagar, todos pusieron su parte y yo, que en Londres no acostumbro a llevar dinero, decidí pagar con tarjeta. La camarera se me acercó y me indicó que pagara incluyendo, si quería, la propina. El total ascendía a 77,60 libras por lo que yo marqué 80,80 libras. Al rato, me viene la camarera y me dice que es mucha propina, que me he equivocado. Yo le digo que no, que está bien así y ella insiste ante las risas del resto de los comensales de mi mesa. Me comenta que no me preocupe, que me devuelven las 80,80 libras que he marcado y que le diga cuánto quiero pagar en total. En realidad, al teclear la cantidad en cuestión, estaba dejando una propina de 80,80 libras. Yo le respondo que sí, que me he equivocado y que lo que realmente quiero es pagar 80 libras en total.

Al no cancelar el total de la operación, devolverme 80,80 libras pero volver a cobrarme 80 libras, en realidad, estoy pagando otra vez 80 libras de propina pero no me doy cuenta hasta 10 días después cuando veo los cargos bancarios. Así que al salir de clase de inglés hoy, a las nueve y veinte de la noche a Chinatown que me he ido a reclamar el importe. Allí que me he ido pensando en la mafia china, en que estaba loco por reclamar a un chino en Chinatown, en que mi siguiente destino era ser servido como pato laqueado y que mis riñones, al menos, tendrían un buen uso en el mercado negro y, sobre todo, pensando cómo me iba a hacer entender en inglés sin que se pensaran que estaba loco o que me tenían que echar porque ya no se acordaban de nada de lo sucedido.

Al llegar allí, la misma camarera que me atendió me ha dado mil explicaciones, me ha pedido disculpas y me ha dicho que claro que se acordaba de mi y que, de hecho, estaba todo anotado pero que no tuvieron forma de avisarme. Me han dicho que no me podían devolver el dinero porque eso solo se puede hacer en el mismo día de la operación y haciendo el cargo de devolución con la terminal y la tarjeta, tarjeta que, obviamente, tenía yo. Sin embargo, me daban un vale para gastar en el restaurante por la diferencia. Yo he puesto unas cuantas pegas, a pesar de mis miedos y temores, me he ido soltando en la conversación pero, al final, he preferido coger el vale a nada y he comprendido el valor de vivir fuera de tu país.

Probablemente no he conseguido la solución más satisfactoria o quizás sí porque la camarera, aparte de disculparse mil veces conmigo, me quería dar una bolsa para los periódicos y me ha dicho que nunca se olvidarán de un cliente que quería dejar 80 libras de propina (encima con cachondeos la tía) pero me he llevado una buena lección y el ser atendido para siempre en ese restaurante con mucho mimo.

Cuando uno está en el exterior, fuera de su país, todo es más difícil. El lenguaje es una importante barrera y aunque las personas que encuentres sean majas (como en este caso) desde el momento en que la comunicación no es fácil ni fluida, el ambiente es hostil. Eso hace que debas estar activo siempre, que no te cortes ni te calles nada, que derribes tus limitaciones y no te cortes un pelo. Simplemente que no te acomodes y ése es el gran valor de vivir fuera de tu país. Que todo sea un reto hace que te espabiles, que luches y que estés despierto.

Probablemente, si esto me hubiera pasado en España, habría tenido el mismo resultado, eso no es lo importante, lo valioso es que tires abajo tus límites, que pienses que todo va a salir bien y que te hagas valer. Contratar el gas con un operador que está en la India y con un inglés que no entiendes es difícil pero ducharte con agua fría lo es aún más. Con todo esto no digo que sa necesario que salgas de tu propio país para obtener todas estas habilidades personales aunque en mi caso sí ha sido necesario. Claro que todo esto lo cuento a toro pasado, con los dos riñones en su sitio y pidiendo disculpas al honorable pueblo chino por la cantidad de tonterías que he dicho en este post.

4 comentarios:

FAH dijo...

Grande, Medina. En más de una ocasión te he dicho que deberíamos aprender chino... así seguro que la comunicación sería fluida...

Un abrazo,

Pedja dijo...

Gracias Paco por tus comentarios y ser seguidor de este blog, es un honor para mi y sí, me convenciste de ir a China y estaba dispuesto a ir por tres meses, habría sido una locura fantástica, gracias por animarme, un abrazo

GDS dijo...

Comenzaré con: "Todo depende". El valor de vivir fuera de tu país te amplia los horizontes.
En el caso de la propina tienes que tener en cuenta, que la costumbre hace ley. Aunque te traten en lo adelante con mimos, la realidad es que están condicionados con tu generosidad, es posible que cada vez que vayas esperen algo parecido, o tendrás que limitar tus visitas. Los excesos casi nunca son buenos. Es mejor tratar siempre de estar en armonia con cada situación que se nos presente, aunque tambien sintiendo la obligación de vez en cuando de hacer cosas como esta, que sin dudas, en el momento te brindó una gran satisfacción.

Pedja dijo...

Bueno, muchas gracias por el comentario pero he de aclarar una cosa. Espero que la propina que di no se convierta en ley, fue un error y así lo vivmos ambas partes, espero porque si esperan 80 libras cada vez que vaya, me arruino. Gracias por participar, un cordial saludo.